El dia 10 de desembre
del 2011, ens deixava Manuel Casesnoves Soldevila, primer alcalde de la democràcia.
Ha fet tres anys del trànsit de l’alcalde que va fer efectiu el canvi de nom
de Játiva per Xàtiva. En el tercer aniversari del seu traspàs vull retre un
xicotet homenatge a la seua persona i a la seua figura.
En este cas vull
recordar un fet memorable, tal vegada no molt conegut de Manolo Casesnoves, en
el qual reflexa el seu tarannà i la seua bonhomia.
Corria l’any del
1966 i s’havien celebrat eleccions parcials a la renovació dels regidors dels
ajuntaments franquistes. A Xàtiva, “Játiva” aleshores; s’havia presentat de
candidat Manolo Casesnoves i havia eixit
elegit regidor. Durant la campanya electoral, si es que així es podia dir; va
haver una espècie de reacció de la gent de l’estament franquista contra Manolo per
tal d’evitar la seua elecció.
El ja elegit regidor,
sabedor d’aquesta campanya orquestrada contra ell i de les difamacions que
havien vessat sobre la seua persona, titllant-lo de ser un catòlic d’esquerres,
en definitiva, un roig perillós; va preparar a consciència el seu discurs de
presa de possessió i quan va arribar el seu torn va pronunciar un discurs que
va deixar bocabadada i malairada a tota la concurrència i que a més, li va
costar la seua detenció.
A continuació es
transcriu el discurs i es mostra un còpia de l’original.
Manolo Casesnoves
Soldevila, un home bo.
….Se ha dicho por ahí, con motivo de las elecciones a las que concurrí libremente, que si detrás de mí hay un grupo de ésta o aquella filiación política, que si soy un católico de izquierdas….
Los
que creían condenarme con estas adscripciones, han halagado mi manera de ser.
Porque
la política descansa fundamentalmente en la existencia de dos tipos de espíritu
distintos: el espíritu de derechas y el espíritu de izquierdas; el espíritu
conservador que preconiza el orden y la autoridad y el espíritu progresista que
prefiere el desorden a la injusticia.
En
realidad el compromiso político debe basarse en la concepción que se tiene del
hombre.
La
posición de derechas es contraria a la postura científica del hombre, así como
a su concepción cristiana. Implica que las injusticias no son más que una
consecuencia normal de la condición humana; que cada [uno] debe permanecer en
su lugar y que lo único peligroso es el desorden, constituyendo así la primacía
de la obediencia y la resignación.
Según
la concepción individualista de la moral, se puede ser hombre de derechas
perfectamente moral y, no obstante, vivir en olvido total de la tarea humana;
lo que constituye una posición falsa e inhumana, esencialmente inmoral. Por el
contrario, la orientación de izquierdas es en sí misma moral. Lo cual no
implica que no pueda realizarse de una manera inmoral. Ahí radica todo el
problema.
De
hecho la opción de izquierdas no es libre; es un deber. Pero en la actualidad
no existe prácticamente la verdadera izquierda y el compromiso de los que han
comprendido lo que es el hombre debe consistir en hacer posible esa “verdadera
izquierda”. Porque la verdadera izquierda es conciliación de la idea de
progreso social, con el respeto de la libre persona humana, es abandono de la
obediencia impuesta, por la verdadera obediencia a una norma de vida. Ser de
izquierdas es luchar contra todas las alienaciones humanas; buscar
laboriosamente el medio de progresar sin esclavizar, evitar las injusticias sin
oprimir.
El
cristiano ante la vida pública se encuentra en una incómoda y paradójica
situación: obligado por su fe a actuar, tiene que hacerlo con unas normas y con
unas metas siempre revisables y constantemente superables. Porque el
cristianismo no tiene ninguna pauta de acción total concreta, sino exigencias
de constante superación en la realización siempre inagotable de los valores del
hombre.
La
vida sociopolítica es constitutivamente riesgo [i] aventura; ninguna receta del
hombre podrá solucionar automáticamente los problemas que la convivencia
plantea. Creer que en un sistema o en una orientación (ética, ideológica, o
científico-técnica) se encuentra la clave infalible de los enigmas de la vida
social, puede ser una funesta ingenuidad.
Los
que crean lo contrario que lean sino detenidamente la [encíclica] “Pacem in
terris” o el esquema XIII del Concilio; que mediten entonces el Evangelio ante
el que hemos jurado el cargo. Ahí está la Verdad, con mayúscula. La Verdad no
es tuya ni mía. La verdad está fuera y por encima de cada uno de nosotros y
todos somos igualmente sus servidores.
Una
vez en la Historia la Verdad se ha hecho Hombre y nos ha dicho a los que nos
llamamos sus discípulos: “Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés.
Cumplid pues y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en sus obras,
porque hablan mucho y no hacen nada…. El mayor entre vosotros hágase servidor
de los demás. (Mateo 23,2-11).
Nuestro
máximo poeta contemporáneo supo condensar esta enseñanza evangélica en esta
sencilla estrofa:
“¿Tu
verdad? No, la verdad;
Y
ven conmigo a buscarla.
La
tuya guárdatela,”
Por
eso invito a todos los compañeros del consistorio a que vayamos juntos en su
busca, con ilusión, sacrificio y amor.
Manuel Casesnoves, servidor de Vds.